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La gestión del agua en la capital antes del Canal de Isabel II

Agua y Depuración | Ver todos

En los tiempos que corren, hablar del “Viaje de Palacio” podría llevarnos a pensar en cualquiera de los asuntos de actualidad de los programas televisivos de sobremesa; pero no os preocupéis, comunidad; no hemos cambiado la temática de nuestros blog.

El “Viaje de Palacio” es una instalación hidráulica de suministro a la ciudad de Madrid que data del reinado de Felipe III, pero que aunque fue construido en la primera década del siglo XVII, se hizo a imitación de los cursos de agua árabes.

Este viaje de agua, también conocido como “Viaje de Agua de Amaniel” que atraviesa la madrileña Dehesa de la Villa, ha comenzado a ser restaurado y puesto en valor como recurso didáctico sobre la gestión de agua en Madrid.



El que abastecía de agua a la residencia real, de ahí su pseudónimo, es el único viaje de agua conservado en Madrid que tiene las características idóneas para abrirse al público para su conocimiento en un longitud de casi 250 metros en varias galerías subterráneas que permitían tomar agua del subsuelo.

Y es curioso porque hasta la construcción del Canal de Isabel II hay documentados trazados de viajes de agua con unos 70 kilómetros de longitud por toda la ciudad, que comenzaron a llevarse a cabo por los ingenieros musulmanes en la época en que la ciudad comenzó a configurarse entre la muralla árabe.

Y aunque quedan muy pocos vestigios, pues la mayoría se han utilizado por el alcantarillado, o demolido en las infinitas obras subterráneas que vive esta ciudad en el nombre del metro, túneles, garajes y demás, la gestión del agua hasta el siglo XIX se llevó a cabo con ellos y la mayoría estaban al norte y noreste de la Villa de Madrid.

Entre los más importantes, están identificados el de la Alcubilla (1399), que partía de Fuencarral, el de Abroñigal Alto (1614) y Abroñigal Bajo (1619) que nacían del arroyo del mismo nombre, o el de la Fuente Castellana (1612). Hubo muchos mas de menos envergadura, como el de la Fuente de la Salud, Retamar o Butarque, pero complicaban notablemente la seguridad y salud pública en la época.

Así que para los más curiosos, tras tres meses de obras de acondicionamiento, se pondrán en marcha las visitas guiadas por sus galerías. Los amantes del casco con luz frontal podrán disfrutar de los recursos hidráulicos de la capital ofrecidos por las autoridades municipales, si bien es cierto, que en lugares como el Palacio del Marqués de Villafranca, que alberga la sede de la Real Academia de Ingeniería, no es necesario el casco, pero se pueden visitar las instalaciones por las que asimismo pasaba un viaje de agua junto a restos de la muralla que en el siglo XII rodeaba la ciudad.


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